El contexto era el adecuado para crear un pequeño refugio de vida interna, aunque habría que renunciar a la esquina que presentaba el emplazamiento, la decisión que tomamos fue la de cerrarnos al contexto conservador y generar una vivienda introvertida en todos los sentidos, desde la metáfora hasta la materialización del proyecto. La condición principal: la mayoría de los locales jamás perderían conexión visual.

La casa representa un ejercicio de resolución sencilla en sus procesos de construcción donde se utilizaron el menor número de elementos posibles para encontrar una claridad que manifestara la presencia de luz y se provocara a discreción el contraste entre los espacios diseñados.

Aunque el programa se resuelve en una forma semi-rectangular, durante el proceso de diseño generamos un espacio a doble altura como punto focal del proyecto donde el cliente impregnó muchas de sus inquietudes ante este espacio que funcionaría como el primer contacto con las visitas. La casa adquiere una configuración cambiante por la libertad espacial de sus plantas y da muestra de que las complejidades generan retos con posibilidades infinitas de resolverse a través de la sencillez compositiva, la cual amplia la percepción espacial a pesar de la escala física, a decir de los visitantes es una de esas casas que resulta mas grande de lo que podrían imaginarse con 198 m2 de terreno.